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El FMI alerta sobre los riesgos de España

Expansión 9/6/2015

La noticia de que el FMI ha elevado su estimación del crecimiento de España es muy positiva.

España va a crecer muy por encima de la media de la zona euro y el organismo internacional aumenta sus estimaciones publicadas hace menos de dos meses en nada menos que un 24% para 2015 y un 25% para 2016. Solemos olvidar que en los últimos doce meses los grandes organismos internacionales han tenido que revisar al alza sus previsiones en más de un 80%, en algunos casos duplicarlas.

Estas mejoras no vienen “de factores externos” como se suele repetir constantemente. El precio del petróleo y un euro devaluado ayudan, pero si España creciera solo por esos factores, nuestro ritmo de mejora sería similar al de Italia o Portugal, países que han vivido la crisis de manera similar y cuyas economías tienen sensibilidades similares a España en cuanto al impacto de esos factores externos. Sin embargo nuestra economía crece más y más rápidamente que la de nuestros vecinos por varios factores.

Para empezar, España no contaba con un enorme problema de competitividad –al contrario que Francia o Italia- en 2011. Por otro lado, las reformas estructurales, fundamentalmente la reforma financiera, la reforma laboral y los avances en facilidades para contratar,  han tenido un impacto mucho mayor a la hora de cimentar la confianza, volver a atraer capital, eliminar el riesgo sistémico del sector financiero y a la vez crear empleo y aumentar afiliaciones a la seguridad social. Esas reformas estructurales, añadido al moderado control del gasto público, han tenido un impacto positivo adicional a la hora de reducir los enormes desequilibrios de la economía española, por ejemplo en la balanza comercial, reduciendo un brutal déficit, que alcanzó el 10% del PIB, a casi cero, en menos de cinco años. Y no olvidemos el consumo, una variable que los economistas tienden a infravalorar, que crece más del triple de lo estimado por el consenso hace doce meses.

Sin embargo la recuperación es frágil y las debilidades de la economía española no se han eliminado. El paro sigue siendo demasiado alto, las dificultades para crear empresas persisten, los impuestos siguen siendo elevados y el déficit y endeudamiento público continúa creciendo por encima de los límites del pacto de estabilidad.

Reducir el déficit ha sido una tarea difícil cuando se contaba con un arsenal escondido de facturas impagadas y deuda no reconocida de varias comunidades autónomas que superaba el 4% del PIB. Pero incluso quitando los elementos “anómalos”, el déficit estructural se sitúa en niveles cercanos al 4%.

El Fondo Monetario Internacional propone medidas de sentido común para avanzar en la recuperación y evitar caer en la autocomplacencia en la que caímos en 2009-2010. Fiarlo todo al BCE y a los estímulos, en este caso monetarios. Entre las medidas que propone para hacer el estado de bienestar viable y sostenible se incluye continuar con el ajuste fiscal, profundizar en el copago sanitario y en educación como han hecho los países de nuestro entorno. Se debe continuar con la flexibilización del mercado laboral para evitar la tremenda dualidad. Por ello apoya el contrato único.

¿Cuál es el problema?. La mayor parte de las fuerzas políticas han instaurado en la mente del electorado que el dinero es gratis y que lo único que hay que hacer es imprimirlo, olvidando que en EEUU o Reino Unido los estímulos monetarios habrían fracasado sin flexibilidad, medidas de apertura y austeridad en el control del gasto público.

El riesgo de recaer, olvidando la importancia de las reformas, no es pequeño. Si hay algo que debemos aprender es que ya no hay capacidad para gastar y tirar del déficit tras años incumpliendo, ni de hacer más políticas de demanda que solo creen deuda y sobrecapacidad. Revertir las reformas implementadas es el camino seguro para repetir los errores de 2007-2009, y una vuelta a la recesión es algo que no nos podemos permitir.

 

 

 

 

 

Ébola y el Cisne Negro

11/10/2014 El Confidencial «Fear gets a bad rap. I don’t want anyone in my outfit that doesn’t get scared»Dustin Hoffman en Outbreak (1995).

La aparición de casos de ébola en la OCDE y España ha disparado las alarmas, e incluso el pánico. Y eso no es malo si a lo que lleva es a actuar de manera rápida y eficaz.

No quiero obviar ni olvidar la tragedia humana, y traslado mi admiración por todos los profesionales sanitarios, que son los verdaderos héroes. Mientras algunos políticos buscan echar balones fuera y crear comités, mientras sale a la luz que tenemos que «coordinar» diecisiete consejerías para hacer algo, estos héroes trabajan a pesar de la burocracia que solo busca autojustificarse.

Nos centraremos en el posible impacto económico, y para ello, el informe de Barclays Banks «A Pale Horse» y los análisis publicados por el Banco Mundial y el Financial Times nos pueden ayudar.

¿Es el ébola un «cisne negro»? Es decir, ¿un evento inesperado que lleva a una crisis financiera?

Empecemos por las diferencias con otros brotes epidémicos.

Este ultimo brote ha causado 7.470 casos y 3.431 muertes estimadas, pero se reduce a 4.087 y 2.071, respectivamente, totalmente confirmadas, según la CDC y la OMS. Esto, dentro de una zona poblada por más de 334 millones de personas. De hecho, el corredor que va de Lome a Abidjan y a Lagos, aunque pase por varios paises, es una «enorme megalopolis», como Robert Kaplan decía ya hace veinte años.

El índice de contagio es muy bajo. Mientras que en el caso del Sida o la gripe aviar éste oscila entre 3 y 6, en el del ébola, según la OMC, es de entre 1,4 y 1,9.

Cada día es un día menos. A medida que pasan horas desde el caso, la probabilidad de una epidemia se reduce aún más. En Nigeria, por ejemplo, con ciudades como Lagos -21 millones de habitantes- se ha controlado de manera rápida y eficaz.

Por lo tanto, el riesgo de una epidemia es muy bajo si se monitoriza adecuadamente y se deja a los profesionales trabajar.

El impacto económico, desafortunadamente, no es tan claro. Como muestra el gráfico de Barclays, el daño a las economías asiáticas por la gripe aviar fue corto, pero relevante.

Precisamente, porque el ébola es menos contagioso, pero más mortal cuando se confirma un caso, hace que el impacto económico pueda ser mayor a los 20-25.000 millones de dólares que estima el Banco Mundial.

Si usamos el indicador de ejemplos pasados:

Caída del comercio internacional, al cerrarse fronteras o aumentar de manera importante los controles.

Pérdida de turismo. El turismo se mueve por riesgo, aunque sea infundado. Una información veraz, clara y constante y un protocolo de contención contundente son esenciales para que otros gobiernos no «recomienden» a sus ciudadanos «evitar» viajar a nuestro país.

Reducción de inversiones. Es normal que un brote ralentice las inversiones ante una posible caída de la actividad.

Riesgo de impago y recesión en economías expuestas a África. Aún no se ha producido un impago o problema crediticio en ninguno de los países afectados. Eso es una buena señal del bajo riesgo.

Es, por lo tanto, razonable llegar a una caída de las estimaciones de crecimiento global y de la Unión Europea. Los análisis que he leído asumen una reducción de 0,2-0,3% hasta 0,5% en el crecimiento de Europa y España, respectivamente, si se cierran fronteras y cae la de manera importante la actividad económica. No tiene por qué llegar a ese nivel y parece una estimación maximalista. Pero debemos estar alertas, precisamente porque vivimos momentos de euforia, endeudamiento barato, excesivo riesgo y valoraciones y estimaciones optimistas. Los sectores más afectados serían los que dependen de turismo y cíclicos.

Por supuesto, si se contiene inmediatamente, la recuperación de esa caída se da rápidamente, en unos 12 meses. La actividad económica en Nigeria ha sufrido un impacto muy pequeño con el brote de ébola. Por ejemplo, las aerolíneas ganaron todo lo perdido en bolsa en un periodo de menos de un año en la crisis de la gripe aviar.

Debemos estar alertas, precisamente porque vivimos momentos de euforia, endeiudamiento barato, excesivo riesgo y valoraciones y estimaciones optimistas. Los sectores más afectados serían los que dependen de turismo y cíclicos

Lo que el ébola ha puesto en las mentes de los economistas es lo que llevamos diciendo años en esta columna. La fragilidad del sistema y que cualquier problema inesperado -cisne negro- puede poner en peligro la débil recuperación y pinchar la burbuja de euforia creada por la expansión monetaria. Ningún banco central va a solucionar el impacto en la economía real, si se da.

En mi experiencia, todas las crisis sanitarias pasadas han sido mucho menos dañinas para la economía de lo que se estimaba y mucho menos graves de lo esperado, precisamente porque la alarma social aceleró una respuesta contundente. Aún recuerdo un amigo que acaparó en su casa decenas de cajas de Tamiflu por si acaso. Y ahí están las cajas. Sin embargo, pensar que todo esto es irrelevante y que los bancos centrales nos van a sostener la burbuja en las carteras de inversión es, cuando menos, irresponsable. Precisamente, por el grado de complacencia y valoraciones exageradas que se dan hoy en los activos de riesgo.

Hacer predicciones agresivas o pesimistas ha sido el denominador común con otros brotes o crisis. Y no es malo. Tal vez es un mecanismo que sirve para ponernos las pilas y evitar cumplir dichas estimaciones catastróficas. Por eso, como decía el personaje de Dustin Hoffman en Outbreak, tomemos en serio y tengamos respeto al virus, no para sacarlo a cenar, sino para matarlo. Menos comités y más profesionales.

PD: Este articulo va dedicado a Teresa y todos los profesionales y religiosos que ponen en peligro y hasta sacrifican sus vidas por los demás.

 

 

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El ABC de una recuperación económica creíble

Fragmentoa de mis obras.

Mi contribución a ABC junto a grandes economistas se puede leer también aquí:  ABC 9 NOV 2014

«Hay que bajar impuestos, Ya. El esfuerzo fiscal en España sigue siendo uno de los mayores de la OCDE. Y no es una carrera a recaudar, como explicaba en “el gasto es el problema“. El juego de sostener el PIB con GASTO HIPERTROFIADO no reduce el paro lo suficiente. Es urgente.
ESPAÑA TIENE POTENCIAL para crear millones de empleos netos. Hay que bajar impuestos ya y no entorpecer la creación de empleo. Se espera una creación de empleo de 650.000 puestos en 2014-2015 (yo estimo 800.000 a 2016)  pero no es suficiente.

El empleo no va a venir de una administración hipertrofiada que consume casi el 45% de los recursos del país (PIB) y donde el gasto en empleo público supone un 11,9% del PIB superando la media del conjunto de países desarrollados, del 11,3%. Eso sin contar asesores (1.000 millones de euros anuales) ni empleados de empresas públicas. Tampoco va a venir de las grandes empresas que ya cuentan con una media del 20% de empleados superior a sus comparables europeos (empleados sobre cifra de negocio en el país, Bloomberg). Va a venir  del autoempleo y las PyMEs.

Para reducir el paro hay que:

– Fomentar el autoempleo. Crear empresas en 24 horas, como en tantos países, no ser uno de los países donde es más caro y lento montar una empresa de la OCDE. El tiempo necesario para poner en marcha un negocio en España es el doble que la media de la OCDE. Que los creadores de pequeños negocios y nuevas empresas no vean que el coste es inasumible con respecto al riesgo que ya supone su iniciativa empresarial.

– Incentivar a las PyMEs que crean el 70% del valor añadido del país. Bajar impuesto de Sociedades y Cuotas Sociales para crear empleo. Las empresas españolas dedican un total del 58,6% de sus beneficios a pagar impuestos, según el Banco Mundial.

 Bajar cuotas a autónomos. Cercenar la inaceptable cuota de autónomos que ha aumentado un 20%. Los trabajadores que hayan montado su propia empresa (administrador societario) y los autónomos con más de una decena de empleados a su cargo pagan una cuota mensual próxima a los 314 euros mensuales, inasumible en un entorno de incertidumbre y riesgo empresarial.

– Reducir impuestos a empresas. Que las nuevas empresas creadas no paguen cuotas sociales e impuestos hasta tener dos años de beneficios, como en Reino Unido.  Y cercenar de manera drástica las trabas burocráticas y la extremada complejidad legislativa de un país de diecisiete regímenes que se autojustifican creando centenares de normas entorpecedoras cada año. Cambiar los incentivos. Menos capataces para “parar y fiscalizar” y más facilitadores.

– Reducir IRPF para aumentar ahorro y consumo. Sí. Ahorro. Sin ahorro, y consumo posterior, la economía no se pone en marcha. Desincentivar el ahorro para sostener el PIB es una política errónea y peligrosa. El salario bruto de un trabajador se deduce un 47,3% en impuestos. Sumando el IVA el sueldo es de 67,4% para el estado

 Cortar gasto político y superfluo, subvenciones y excesos de burbuja, como comentaba en este post. España ha aumentado el gasto público un 48% entre 2004 y 2009 y solo lo ha reducido ligeramente un 5% desde 2010. (Lean). Los que defienden “ser flexibles con el déficit” deben explicar cómo van a endeudar España más de 80.000 millones anuales, que es una locura

Las soluciones no van a venir de las mismas políticas de gasto inútil e intervencionismo que destruyeron 3.000.000 de puestos de trabajo.

Se puede hacer mucho más.

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Luces y sombras de un presupuesto conservador

El Confidencial 27/9/2014  y Espejo Publico 29/9/2014 A3

“Balanced budget requirements seem more likely to produce accounting ingenuity than genuinely balanced budgets” Thomas Sowell.

Diez años de despilfarro, tres de moderación presupuestaria y se acabó la mal llamada «austeridad».

Me sorprende, al leer los datos anuales y el presupuesto que algunos lo llamen“austericidio”. En 2015, el gasto público seguirá muy por encima del pico de la burbuja inmobiliaria, y se han sostenido todas las partidas de gasto social, a pesar de la caída de renta disponible, sueldos y beneficios empresariales. En 2015, el gasto público sobre Producto Interior Bruto (PIB) seguirá por encima del 46%, eso sin contar a las empresas públicas. Austericidio.

El avance de los presupuestos y el cuadro macroeconómico anunciado ayer por Saenz de Santamaria, De Guindos y Montoro incorpora elementos significativos que nos separan del escenario de desastre, pero también reflejan desequilibrios muy relevantes.

Vivimos una recuperación y crecimiento moderado que aún se mantienen por debajo del potencial de nuestra economía, pero que resalta por despegarse de la tendencia negativa de otros socios de la Unión Europea, notablemente Francia, nuestro mayor socio comercial.

Los elementos positivos son evidentes:

  • Un crecimiento de la economía de un 1,3% en 2014 y un 2% en 2015, que considero perfectamente posible, a pesar de la ralentización de la OCDE y la Unión Europea. Mejora de demanda doméstica y consumo, y aumento de flujos de crédito.
  • Aumento de exportaciones, con superávit comercial en 2014 y 2015. Muy importante, comparado con el agujero, que llegó al 10% del PIB, en la época de “estimular la demanda interna” y “los mercados nos atacan”.
  • Una caída de los gastos por desempleo fruto de la bajada del paro.
  • Bajada de los intereses de la deuda, que mantienen el coste por este concepto por debajo del 3,8% del PIB, muy lejos del 10% que consideran las agencias de rating como insostenible.
  • Una mejora de los ingresos fiscales por la recuperación económica.

Efectivamente, España corrige lentamente sus desequilibrios y devuelve deuda externa a ritmo de 15.000 millones anuales, generándose una reducción adicional del endeudamiento privado, que ya se sitúa en niveles de 2006. Sin embargo, la dependencia del exterior es aun equivalente al 100% del PIB, aunque el riesgo de shocks de deuda es menor.

El riesgo se reduce, precisamente, por menor déficit exterior y deuda privada, añadido a que las necesidades netas de financiación del Estado caen de un insostenible 30% de la oferta europea de renta fija soberana en 2009-2011 a 55.000 millones de euros, que no llega al 15%. La deuda total, publica más privada, se ha reducido por primera vez en décadas.

A la hora de analizar el efecto de los próximos años debemos tener en cuenta que la deuda del Estado mejora en dos conceptos: stock y flujo.

  • El flujo anual de necesidades de refinanciación –cuanto hay que acudir a los mercados- baja dramáticamente, a menos de la mitad que hace tres años. Para los inversores en Renta Fija, en bonos, España ya no es un enorme problema.
  • El stock –total de deuda acumulada- es un problema, ya que sigue siendo muy alto, el 99% sobre PIB de deuda pública. Sin embargo, al no generarse el problema de flujos crecientes por encima de lo considerado aceptable, el riesgo de que los inversores vendan el stock acumulado es muy bajo. Por eso el déficit es importante, pero también las necesidades netas de financiación.
  • No debemos olvidar que del aumento de deuda de los últimos tres años casi el 35% viene de pagos pendientes de la época de los estímulos, fondos de liquidez, facturas escondidas y de rescatar a las cajas –ese modelo social de banca pública desastroso-. A pesar de ello, el gasto publico sigue siendo casi 40.000 millones anuales superior a los ingresos fiscales de pico de la burbuja. El déficit estructural es aún muy alto.

Es importante resaltar todo esto para diferenciar 2014-2015 de lo que comentábamos en esta columna en 2010-11, cuando las necesidades anuales de refinanciación de España eran casi el 30% del total europeo.

Por lo tanto, se puede hablar de un cambio de tendencia…sin cambiar casi nada, manteniendo la estructura estatal hipertrofiada. Y ahí radica el riesgo.

Gráficos cortesía de @_perpe_

Atrás quedan las propuestas de cerrar las empresas públicas deficitarias (menos de un 20% se han liquidado), observatorios, diputaciones (se han ampliado “competencias”), asesorías, administraciones duplicadas y cabildos, o las subvenciones anuales de nuevo rico. Volvemos a gastar. Y con la fragilidad de la recuperación, un Estado que se carga de costes fijos se expone a que cualquier vaivén de las economías globales tumbe el castillo.

La mejora de empleo, de un paro del 25,7% al 22% en 2015, sigue siendo insuficiente. Algo más de 620.000 puestos de trabajo creados es un dato muy positivo, pero se debe hacer mucho más, como comentábamos aquí. Aumentar el empleo público, como se ha anunciado, es agrandar el agujero de ese déficit estructural, además de suponer, a medio plazo, mayores impuestos. En la rueda de prensa se comentaba que los trabajadores públicos estaban a nivel de 2004… No, si incluimos la enorme cantidad de empresas públicas (más de 3.500 con una deuda acumulada superior a 50.600 millones de euros), un elemento que nos diferencia, en mucho, de los países de nuestro entorno.

Subir impuestos ha supuesto…menos ingresos de lo estimado, como ya repetíamos en esta columna. Aunque se deduzcan 2.000 millones de devolver el céntimo sanitario, nos muestra de nuevo que las estimaciones de ingresos siempre resultan menores a lo esperado… A pesar de la mejora de la actividad económica.

Otro riesgo hoy en día es recuperar la ‘inversión’ pública aumentándola un 6%. El historial de creación de riqueza y empleo de la inversión pública en España en los últimos diez años es demasiado pobre –pérdidas netas, deuda y desempleo- como para sacar la chequera cuando los gestores son prácticamente los mismos y aún estamos digiriendo el 25% de sobrecapacidad productiva.

Las reformas, que siempre tendemos a ignorar, han sido muy relevantes y han ayudado a que la economía saliese del agujero y empiece a crecer, pero no debemos olvidar que el problema de España era, y continúa siendo, un enorme gasto público disparado al calor de los ingresos fiscales extraordinarios de la burbuja inmobiliaria –unos 40.000 millones de euros anuales-.

El déficit y la deuda como mejor se reducen es con crecimiento. Ese crecimiento sólo va a llegar de manera sólida de las pymes, que generan el 70% del valor añadido y empleo del país, autónomos y familias. Los que han sobrevivido admirablemente la crisis no deben pagar la decisión de sostener las administraciones duplicadas, las subvenciones y el gasto improductivo.

El déficit y la deuda se van a moderar por el cambio de cálculo del PIB incluyendo elementos que no generan ingresos –actividades ilegales- y estimados. Es decir, los ratios “mejoran”, pero la diferencia entre gastos e ingresos y la deuda total no cambian. Y la gente no come PIB. Hay que atacar el gasto improductivo, no sostenerlo a toda costa fiando la recuperación al Banco Central Europeo (BCE) y la política monetaria. Ya sufrimos en 2008-2010 ese error de “aguantar la respiración hasta que pase” porque el BCE apoyaba.

Hay que reconocer los elementos positivos. Con un crecimiento moderado, España crea más empleo que la tendencia histórica y el país reduce su deuda total y sus necesidades de refinanciación. Pero los riesgos no se deben olvidar.

A la espera de detalles, España va a seguir gastando un 15% más de lo que ingresa. Sí, ya no es un 20-25% anual, pero sigue siendo un problema.

Con un déficit estructural anual muy superior al pacto de estabilidad y la media de la UE, el objetivo único del Gobierno debe ser que sus votantes, las empresas y familias, recuperen urgentemente la renta disponible para invertir, crear empleo y consumir.

El objetivo de aumentar el PIB aumentando gastos corrientes y deuda no es expansivo. Es aumentar la fragilidad.

 

 

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