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Sobre Think Madrid y las injustas críticas

Sobre Think Madrid y las injustas críticas

Al hilo de la enésima y absurda acusación a Madrid de haber «fracasado» en la lucha por atraer inversión en el contexto del Brexit, algunas aclaraciones:

El plan que se ha llevado a cabo ha traído 330 proyectos, 4.382 millones de euros de inversión y 28.000 puestos de trabajo.

Pero lo más importante: mientras Madrid estaba trabajando en Londres, Sánchez incendiaba el país con amenazas de subidas de impuestos (diésel, rentas altas, etc.) y con un plan de transición energética inasumible para cualquier empresa seria.

Lecciones, ninguna.

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El precio de la corrupción

«Any society that would give up a little liberty to gain a little security will deserve neither and lose both» – Benjamin Franklin

Publicado en El Confidencial

Recuerdo que hace unos años en Italia, en medio de un escándalo de corrupción, le preguntaron a un político local sobre un apartamento en Roma que le habían regalado ilegalmente, y contestó: «Como me entere de quién ha sido el que me ha pagado el piso, le denuncio». Visto desde el extranjero, los escándalos que leemos en la prensa española, y sus justificaciones por parte de unos y otros, me recuerdan aquel episodio.

Según el Banco Mundial, la corrupción puede recortar hasta un 0,5% del PIB de un país. Estudios de la misma entidad valoran el impacto de dicha corrupción –en todas sus escalas- hasta en un 2% del PIB de los países de la OCDE, incluido el nuestro. En un encuentro organizado por Transparency International en Lisboa, en junio de 2013, comentaban que:

– En la Unión Europea, entre un 10% y hasta un 20% del total de los contratos públicos se pierde en corrupción

– El cinco por ciento del presupuesto anual de la UE no se justifica

– Tres de cada cuatro ciudadanos europeos perciben que la corrupción se ha disparado en los últimos cuatro años

– Pero, sobre todo, supone una pérdida de casi un billón de inversión y capital anual

– A escala global, el 55% de los ciudadanos de 107 países encuestados percibe una influencia excesiva de los gobiernos en la economía

 

No es de extrañar que ante semejante situación, el capital se escape.

Demasiado gobierno, demasiado poder, demasiada corrupción. Por ello hace falta transparencia absoluta, anteponer los principios a cualquier consenso, liderazgo y cercenar el acceso desproporcionado del Estado a la caja como parte de la solución. Precisamente porque esa es la única manera de garantizar los servicios esenciales que la gente valora. Si no, con la quiebra se hundirá todo, lo superfluo y lo necesario.

 

Tengamos en cuenta que un colapso institucional, cuando la deuda se ha disparado a casi un 90% del PIB, supondría una quiebra en cadena, que se llevaría por delante a la Seguridad Social y las pensiones, que están invertidas hasta un 90% en deuda soberana, a los bancos que acumulan 241.000 millones de bonos y créditos públicos… Y con ellos a las pymes y familias.

 

¿Es casualidad que esa percepción de corrupción creciente coincida con la crisis? No. ¿Y que se genere con el aumento del intervencionismo y el gasto público, a niveles el 49% del PIB de la UE, que se supone que es precisamente para combatir dicha crisis? Tampoco. Tras gastar cientos de miles de millones, la población sufre las consecuencias de lo que parecía un sistema muy atractivo, el asistencialismo clientelista, hasta que hay que pagarlo. “El socialismo es una idea estupenda hasta que se acaba el dinero de los demás” decía Margaret Thatcher.

El helicóptero travieso ha dejado de repartir dinero entre todos, por poco que fuera, y solo se genera deuda. Hemos entregado libertad a cambio de seguridad y ahora no tenemos ni libertad ni seguridad.

La corrupción se tolera –incluso se incentiva- mientras a la mayoría le cae algo de la misma. Pero cuando se acaba el sobre de la base de la pirámide –PER, subvenciones, ayudas, primas, enchufes, contratos, amiguismo- nos entra la indignación. Por eso hay que recuperar los principios de austeridad, meritocracia y esfuerzo y dejar de pensar que volverá 2005 y la fiesta.

Porque nunca hemos vivido periodos de mayor prosperidad que cuando la libertad económica estaba en máximos y el intervencionismo en mínimos. En las economías más intervenidas, la renta media es hasta 8 veces menor que en las economías con alta libertad económica. Desde que el intervencionismo y las políticas de gasto público se han instalado en las grandes economías, la desigualdad, que se había conseguido reducir a mínimos históricos gracias a la mejora de la libertad económica, no sólo no se ha reducido, sino que se ha disparado a los niveles más altos de la democracia (índice Gini).

El dinero donde está mejor es en el bolsillo de los ciudadanos.

Sin embargo, nos llevamos las manos a la cabeza cuando algunos proponen reducir gasto y bajar impuestos, que han sido las políticas que han creado riqueza y prosperidad. Como si el dinero que se despilfarra no fuera nuestro. Es el chocolate del loro. Hasta que se convierte en el chocolatón. Creer que un problema de mala gestión se va a solucionar con más dinero público, no solo es ingenuo. Es peligroso. Y creer que un problema de corrupción que parte de una sociedad acostumbrada al paternalismo asistencial se soluciona con «otros políticos», cuyos incentivos son los mismos, es suicida.

Hay que desprenderse de las manzanas podridas para que no ocurra lo que pasó con la banca, que al esconder a los malos entre los buenos y pretender salvar a todos, se acaba igualando a la baja y todos, los eficientes y los insolventes, sufren el estigma.

 

Lo que genera la corrupción, y su impunidad, es incertidumbre y miedo. Aumenta la inseguridad jurídica para alimentar al Leviatán del estado depredador que sostiene esa corrupción, que siempre nos parece «bajísima» e «irrelevante» o peor «pasa en todos lados»… Y el inversor simplemente desaparece. La palabra más usada en el mercado es uninvestable –imposible de  invertir-. Por eso ante estos casos es donde hay que poner por encima de todo los principios de libertad y honestidad, demostrar que no «ocurre igual en todos casos». Liderazgo y contundencia, no consenso y política de avestruz. Aprovechar que ahora el riesgo percibido es bajo para una catarsis real.

 

¿Sube la prima de riesgo por un caso u otro de corrupción? No en la OCDE, aunque sí en los mercados emergentes. La razón es que en los países emergentes no se parte de la base de una estabilidad institucional que se da por garantizada en la OCDE. Por tanto, la prima de riesgo sólo se ve afectada cuando se pone en peligro el estado que la ha tolerado. Es decir, no se dispara el riesgo crediticio por los escándalos. Son solo síntomas, pero muy relevantes porque son causa directa del gasto inútil, la falta de responsabilidad presupuestaria y el resultado final, el sobreendeudamiento, la debilidad y la posible quiebra.

 Corrupcion
La factura de la corrupción. ¿No es curioso que las cantidades defraudadas sean indirectamente proporcionales a la cobertura mediática?

El problema de la corrupción -y sus consecuencias- es que se convierte en un gravísimo problema financiero. Cuesta dinero cuando se pierde la confianza institucional y entonces, como en un país emergente, afecta a las primas de riesgo, que la Universidad de Cornell estima puede costar entre 300 y 350 puntos básicos de coste adicional de deuda. También cuesta por la huida de capital y caída de la inversión financiera directa, dos elementos que nuestro país necesita como el agua.

 

Y no es un problema causado por unos políticos, como si fueran extraterrestres que han caído de Ganímedes. Son el reflejo de una sociedad, no una casualidad. Es un problema de un sistema económico que tolera e incentiva el clientelismo como modo de evitar el libre mercado, la meritocracia y la competencia.

Hace unos meses el periodista John Müller dio una excelente charla en Madrid en Cunef y mostraba las portadas de su periódico desde finales de los 80. Dos cosas me sorprendieron:

– Desde Roldán (2,6 millones de euros más o menos) a los últimos casos (ciento treinta y seis millones de ERE, que podrían ser hasta setecientos millones, y cuarenta y siete, hasta ahora, de Bárcenas) las cantidades se han multiplicado de manera exponencial . De hecho, son las cantidades astronómicas las que diferencian a nuestro país de muchos otros donde también se dan esas corruptelas. En Reino Unido el escándalo de las dietas de los parlamentarios le costó no volver a poder presentarse a las elecciones a un 30% de ellos, por una cantidad acumulada de un millón cien mil libras (1.320.000 euros).

Solo el caso Edu + ERE, los mayores casos de corrupción de la UE, suponen un coste acumulado cercano al 0,4% del PIB.

corrupcion expansion

– La falta de impacto político. El propio Roldán decía: «Tengo dos alternativas: pegarme un tiro o tirar de la manta». Y claro, mejor que no hable. Los nombres se repiten y apenas hay encarcelados, condenados… Hay más encausados pero por una cosa o por otra, no son condenados. Nuestra tendencia maniquea a analizar la corrupción desde el «y tú más» nos lleva a justificar lo que en otros países –donde también hay corrupción- sería inimaginable. Y nos lleva a equiparar a todos, dudar y acusar a todos, buenos y malos.

Es curioso, sin embargo que algunos se indignen con la corrupción en España en el puesto 40 de 177 del ranking mundial (cuanto mayor el puesto, más corrupto) y sin embargo alaben o asesoren a los regímenes más corruptos del mundo (Venezuela, el 160 de 177, etc…) . Gráfico cortesía de Transparency International.

Me dirán que es una exageración y que no es para tanto, que España se financia y no hay riesgos. Imaginen cómo mejoraría la financiación, y las cuentas públicas, de no existir este cáncer. Piensen que el impacto de un shock institucional es enorme y tiene efecto dominó, sobre Estado, bancos, empresas y familias. Y que ocurren, como hemos visto en países vecinos.

Justicia, dimisiones y mano dura. Los no corruptos deben saber que están empañando su prestigio tolerando el destrozo, que todos estamos financiando a los malos gestores, que además están expulsándonos del crédito, de la toma de decisiones, y apartando a los buenos de las instituciones. Eso no puede ser. Que la imagen de España no sea donde no se puede invertir.

 

El abandono de los principios, pensando que escondiendo el problema todo se olvida, ha funcionado a veces, no lo neguemos. Pero se acabó el dinero gratis. Ahora toca demostrar liderazgo, fortaleza y contundencia. Por el bien de todos.

Lo que podemos aprender de Eurovegas

We went down to hear the band begin, I blinked once and it was gone – Steve Forbert

Hace ya tiempo que los analistas veían tambalearse el proyecto deEurovegas. Cuando la empresa Las Vegas Sands presentó en Londres sus planes, ya se percibían dudas y demasiadas preguntas sin responder. Eurovegas se presentaba como una oportunidad que, además de suponer una enorme inversión, podría aumentar el PIB de la Comunidad de Madrid en un 4,5% y generar 164.000 empleos directos y 97.000 indirectos.

Cuando se anunció este complejo hotelero y de ocio leí todo tipo de críticas diciendo que la empresa se aprovechaba de las condiciones laborales injustas y precarias, y de un país en ‘derribo’ para ‘forrarse’. Que suponía entregarnos al vicio, juego y prostitución. Eso en un país que ya suponía el 3,7% del mercado de casinos de Europa y donde cada español gasta 179 euros anuales en juego. Y no quiero hablar de esos clubes de luces de colores que abarrotan nuestras carreteras, que deben ser centros culturales. Ya me sonaba a nuestra famosa xenofobia empresarial. Si lo hacemos nosotros lo justificamos como “planes de crecimiento” y creadores de empleo, si lo hace un extranjero, malo malísimo.

Curiosamente, el proyecto que se iba a instalar a las afueras de Madrid probablemente vaya a desarrollarse en Japón. No en alguna república bananera donde obliguen a los jóvenes a trabajar por un mendrugo mientras otros son esclavizados en burdeles… A Japón, la tercera economía del mundo.

Eurovegas se presentaba como una oportunidad que, además de suponer una enorme inversión, podría aumentar el PIB de la Comunidad de Madrid en un 4,5% y generar 164.000 empleos directos y 97.000 indirectos

No, el fin de Eurovegas no es culpa del Gobierno, de un partido o de otro. Pero todo el asunto dice mucho sobre nuestro sistema económico de “déjame Paco, que tú no sabes quién soy yo y esto lo arreglaba yo con dos llamadas”. No había más que oír los mensajes de la oposición en cuanto se anunció la retirada.

Desde mi punto de vista, podemos aprender de este episodio para muchas otras ocasiones y así reforzar la Marca España.

– Empezar a evitar vender las cosas antes de que ocurran. “Que me lo quitan de las manos”, “que vienen los americanos-chinos-rusos”, y la peor “usted no tiene ni idea”. Que Bill Gates no tenga que pedir públicamente que no se use su nombre para especulaciones. Manejar las expectativas y sorprender al alza, no dar por hecha la venta de un aeropuerto, una empresa o un valor, la cifra de paro, déficit o la de crecimiento, y luego justificar la decepción.

– No pensar que los extranjeros son tontos. Los proyectos compiten. Los países y ciudades compiten por esos proyectos. Atraer capital no es un favor que le hacemos al inversor permitiéndole venir a nuestro feudo, es una obligación y una responsabilidad. Y tenemos que copiar a los mejores, y superarlos, no imitar a los peores para después criticarnos internamente y continuar con los mismos errores. Si el proyecto no es adecuado, la obligación es contar con un marco de apertura y libertad que haga que florezcan decenas de alternativas mejores. Y que se vea que merece la pena arriesgar.

– La seguridad jurídica no es una broma. Es muy revelador que la empresa Las Vegas Sands pusiera como condición que se le pagasen las pérdidas SIse cambiaban las leyes o el entorno impositivo. La percepción de inseguridad jurídica es el mayor escollo para que en España y Europa se atraiga capital en inversión productiva y a largo plazo. No se trata de atraer dinero a bolsa o a reciclar capital, como comentaba en mi post Llueve dinero en España, ¿o no?, sino a los centenares de miles de millones que necesita nuestro país para reducir el paro.

– Dar alternativas, no unicornios. Los que criticaban el proyecto por ser “ladrillo, vicio y putas” (sic) tienen todo el derecho a criticarlo, pero no han puesto una sola alternativa –ni un solo dólar- remotamente similar en inversión, creación de empleo y potencial económico. Y cuando han propuesto algo para “cambiar de modelo” curiosamente pasa por “el Estado” y “dar subvenciones”. Volver a 2004 y a llenar el país de sobrecapacidad en infraestructuras inútiles y ladrillo del que si nos gusta, el que paga el contribuyente. Más deuda, más déficit, más impuestos. Y otro desastre mal planificado. Con lo fácil que es abrir las puertas a que compita el capital y poner un entorno atractivo para la inversión. Nuestra mentalidad a veces parece que solo nos permite entorpecer y prohibir. Que España haya caído al puesto 142 de 189 entre los países con más facilidad para hacer negocios es algo que debe preocupar a todos. Mientras tanto, nos sentamos a esperar que vuelva 2004 y podamos volver a subvencionar cualquier quimera de pérdidas aseguradas con dinero de otros.

– Libertad y apertura para todos, y no hay que hacer excepciones. Nos llevamos las manos a la cabeza porque se estaba estudiando hacer excepciones legales para atender a algunas condiciones de inversión. En vez de pensar que lo que tenemos que hacer es apertura y desatascar el entramado burocrático y administrativo para todos, en un país donde el 70% del valor añadido lo crea las pymes, nos alarmamos de que haya empresas que no estén dispuestas a aceptar ‘nuestras maravillosas condiciones’. Sin un entorno confiscatorio y burocrático no hacen falta ‘excepciones’.

– No existen condiciones de extorsión ni excesivas cuando hay competencia y libertad. Si pensaban que el grupo Las Vegas Sands estaba exigiendo demasiado y recibiendo un trato de favor o un chollo… ¿Por qué no han salido treinta o cuarenta competidores inmediatamente? Si lo que pedía es inaceptable, debemos al menos contar con otras alternativas que demuestren que es así. Si las condiciones son inasumibles, ¿cómo es que estamos dispuestos a dar todo tipo de prebendas, parabienes y subvenciones al gasto cuando viene del estado o de empresas españolas o públicas? Igual que con tantos otros sectores, desde los hedge funds, al fracking, el petróleo enCanarias o la tecnología, a veces somos campeones en encontrar problemas, riesgos y rechazar –como buenos ricos que somos- las inversiones extranjeras que “vienen a llevarse lo nuestro”. Lo nuestro, seamos conscientes, es mucha deuda. Un 94% del PIB de deuda pública ya, y si queremos ‘ingresos fiscales’ tendremos que atraer inversión sí o sí.

Las empresas e inversiones no las va a decidir un comité y el crecimiento no va a venir por el BOE. Nuestra situación actual es precisamente la consecuencia del BOE-depresor

El fin del sueño o pesadilla de Eurovegas va a ser utilizado para criticar a todo el mundo. Pero ese no es el problema. El problema es un sistema económico que pueda poner enormes dificultades para atraer inversiones productivas. Si hubiese un entorno de libertad económica real y apertura, como defiendo en mi libro Viaje a la Libertad Económica, la discusión sobre las condiciones de Adelson o del Gobierno simplemente seria innecesaria. El debate no se habría dado porque competirían muchos y diferentes proyectos para crear riqueza y empleo.

España tiene todos los ingredientes para que las empresas, nacionales y extranjeras, inviertan cientos de miles de millones de euros, se desarrollen los sectores más atractivos y se cree el empleo necesario. Esas empresas e inversiones no las va a decidir un comité, y ese crecimiento no va a venir por el BOE. Nuestra situación actual es precisamente la consecuencia del BOE-depresor. Vendrá cuando abramos las puertas, cerremos los despachos de ‘parar y entorpecer’ y pongamos la alfombra roja a la inversión productiva. Entonces, las exigencias más o menos agresivas de una empresa no serán noticia. Habrá multitud para sustituirla.